El paleontólogo americano Stephen Jay Gould es el Shakespeare de la divulgación científica. En sus numerosos libros y artículos se combina la ciencia con las artes plásticas, la música, la historia, la literatura, el cine, el deporte, la cultura popular… y todo ello con una prosa exquisita y una claridad expositiva que no cae jamás en la vulgarización o la excesiva simplificación de los complejos conceptos que aborda. Su fama y popularidad es tal que hasta salió «Los Simpson».
En su libro «El pulgar del panda» se recoge un artículo, que había publicado en la revista «Natural History» con motivo del 50 aniversario de la creación de Mickey Mouse, titulado «Un homenaje biológico a Mickey Mouse».
En él, una vez más, hace una demostración ejemplar de cómo explicar la ciencia a través de la cultura popular al trazar un símil entre la evolución de Mickey desde sus primeros cortos hasta la actualidad y la evolución del ser humano como especie.
Para nosotros, acostumbrados a un Mickey bonachón, bondadoso y de rasgos suaves, nos puede resultar sorprendente el ratón de los primeros cortos, de fisonomía mucho más agresiva y con una conducta pendenciera, cruel y vandálica. Él y Minnie no sólo se comportaban como pandilleros sádicos, torturando y abusando de otros animalitos, sino que, en comparación con los actuales, su aspecto nos parecería mucho más feo y desagradable.
Tengamos en cuenta que el público que consumía esos primeros dibujos animados eran tanto infantil como adulto (qué bello ejemplo de ello tenemos en «Los viajes de Sullivan», de Preston Sturges), aunque con el tiempo el éxito de esos dibujos fue haciéndose mayor entre los niños y, por eso, la conducta de Mickey y su aspecto fue adaptándose a ellos.
Por un lado se hizo más bueno y mucho menos agresivo, y, por otro, fue cambiando su fisonomía, mudando los rasgos adultos por otros más infantiles: aumentó el tamaño de los ojos, de la cabeza, la bóveda craneal se hizo más esférica, el hocico más corto, las orejas adelantaron su posición en la cabeza, las piernas se hicieron más gruesas y el tamaño relativo de sus extremidades respecto al tronco más corto. Sin embargo, Mickey siguió siendo conceptualizado como un adulto, no como un niño (eso son, por ejemplo, los sobrinos de Donald), si bien con la presencia de rasgos juveniles en su madurez.
Y ese proceso, en la biología, se llama neotenia.
La neotenia
La neotenia se podría definir como la presencia, en el adulto sano de una especie, de rasgos infantiles o juveniles de sus antecesores. No se trata, pues, de una enfermedad, sino de un proceso evolutivo que favorece la aparición de nuevos rasgos y/o nuevas especies.
Un ejemplo de ello serían los pájaros no voladores, como el avestruz, que conservan en su forma adulta las patas largas y las alas cortas tan características de los pollitos de otras aves.
En el ser humano también se pueden apreciar varios rasgos fruto de la neotenia, como el poco pelo que cubre nuestro cuerpo, la cabeza agrandada y redondeada, la tolerancia a la lactosa, etc. Todos ellos son compartidos por los bebes de los primates, pero ellos continúan con su desarrollo hacia sus formas adultas mientras que nosotros, al tener un desarrollo muchísimo más lento, nos detenemos ahí conservando esos rasgos infantiles en el estado adulto.
¡Ojo! No dotemos a la neotenia de un carácter divinizador de las especies, haciéndolas superiores o algo así cuando ese proceso está presente. Sencillamente es un mecanismo más que favorece la diversidad, sin que los cambios que provoca tengan que considerarse superiores o inferiores. Un avestruz no es mejor o peor que una gaviota, sencillamente es diferente.
A principios de los años 70 el biólogo Konrad Lorenz estudio como los rasgos infantiles (cráneo redondeado, cabeza grande, ojos grandes, piel suave, picos cortos en las aves, hocicos pequeños y extremidades cortas en los mamíferos, etc.) nos resultan más agradables tanto cuando los vemos en nuestra especie como cuando los vemos en otros animales. Los niños se sienten atraídos hacia otras formas infantiles y los adultos, por nuestro instinto de cuidar de la progenie, también. Podemos ver aquí uno de los dibujos con que Konrad lo ilustraba.
Esto, que Lorenz estudio de forma experimental, Disney ya lo había intuido de forma empírica, y por eso hizo evolucionar a Mickey a través de la neotenia y, en general, dotó a muchos de sus personajes positivos de formas cada vez más infantiles pese a estar representados en su estado adulto.
Así pues, esta especie de neotenia artística, esta aparición de rasgos infantiles y juveniles, y no la pura semejanz, como proponía Masuhiro Mori en su estudio sobre el valle inquietante, es lo que hace más atractivas y familiares las representaciones del ser humano y otros seres animados (como un oso de peluche).
Influencia de la neotenia en el diseño de personajes
Es posible que algún autor anterior ya usase algún mecanismo propio de la neotenia en la creación de sus personajes, pero fue Disney el que lo popularizó y lo llevó a su máxima expresión. Esto influyó en el creador japonés Osamu Tezuka, que modeló sus dibujos siguiendo ese estilo y, a través de él, considerado con justicia el padre del manga, la estética del comic japonés adoptó esa caracterización que Mickey Mouse había ido adquiriendo con los años. La estética del manga es, pues, deudora del famoso ratón y del mecanismo biológico-artístico de la neotenia.
Vista su eficacia, esto se ha extendido a muchos otros diseños de personajes, muñecos, juguetes, etc. Incluso la tópica imagen del extraterrestre no deja de ser un feto convertido en adulto, una forma extrema de neotenia sobre nuestra propia especie. Qué algunos ufólogos pretenda que algo tan sumamente humano venga realmente de otro lugar que no sea nuestra imaginación, resulta casi cómico.
Podemos ver como los rasgos de la neotenia, astutamente colocados por Carlo Rambladi en el diseño de E.T. el extraterrestre, hacen que toda la morbidez y extrañeza de su cuerpo puedan olvidarse y acabe por resultarnos un ser adorable.
De hecho, algunos científicos, poniendo a prueba el valle inquietante de Mori, probaron a incorporar rasgos neoténicos a representaciones que, por estar tan cercanas al ser humano sin llegar a serlo, habían caído en dicho valle. El resultado fue que enseguida salían de él, haciéndose agradables a la vista y nada perturbadoras.
Volviendo al anterior artículo, al comparar a CLU y Gollum vemos que, por muy mórbido y deteriorado que esté Gollum, sus enormes ojos y sus proporciones tan infantiles hacen que bajo ese aspecto horrible podamos sentir compasión por él. Ante CLU, una representación de adulto que no llega a ser un humano del todo, la inquietud producida por la disonancia cognitiva es inevitable.
Con el bebé de Tin Toy pasa algo parecido. Tal y como es, pese a representar muy bien a un bebé humano, su cercanía al original es tan grande que resulta inquietante. Sin embargo si, como se hizo en «Los Increibles», extremamos sus rasgos infantiles (ojos grandes, piernas y brazos más cortos, cabeza enorme), el resultado, pese a ser distante de un verdadero bebé, resulta mucho más agradable de ver.
Atracción y repulsión
Recapitulando, a la hora de analizar o crear personajes de animación o criaturas digitales hay que tener en cuenta las fuerzas negativas de la morbilidad, lo amenazador y la disonancia cognitiva (que provoca ese valle inquietante), y las positivas de la neotenia y los rasgos infantiles. No son las únicas, evidentemente, pues seguro que hay otros elementos que harán que un diseño nos resulte más atractivo o más repulsivo, pero sin duda esas fuerzas son poderosas y dignas de ser tenidas en cuenta. Y no sólo en el aspecto físico, sino también en el psicológico pues lo mórbido, amenazador o infantil también pueden ser rasgos del carácter de un personaje.
3 comentarios:
Muy interesante ver cómo los creadores de dibujos animados y manga intuyeron esto antes de que se analizase.
Qué grande era Tezuka. Además de lograr ese encanto que mantuvieron casi todos los mangakas posteriores, otra de las cosas que hacía era crer esos dibujitos tan monos para contar historias terribles, lo cual crea una fuerza mucho mayor... no sé si es una disonancia cognitiva u otra cosa, pero es tremendo.
¿Habrá tercera parte del artículo?
Bueno, respondeo aquí a los dos comentarios (este y el del otro post).
Efectivamente, resulta muy curioso ver como muchas veces los artistas y artesanos se adelantan de forma intuitiva y por ensayo y error a cosas que la ciencia explica después. Suele pasar mucho (por ejemplo, ya había barcos y barcas antes de que Arquímedes descubriese su principio y pudiese explicar porque las cosas flotan) pero no deja de resultar sorprendente y dar un valor añadido a esos artistas.
En el anterior vimos como Hoffmann se adelantó dos siglos a lo del Valle Inquietante, y aquí como Disney se adelantó a lo de la neotenia.
La técnica de Tezuka, de usar personajes adorables para contar historias terribles, es realmente muy original y poderosa. Y supongo que sí que juega a crear cierta disonancia cognitiva que potencie aún más la fuerza de esas historias.
En principio no habrá una tercera parte. La primera era sobre la repulsión y esta sobre la atracción... y, jeje, no se me ocurre mucho más que contar sobre el tema. Pero si me acuerdo de algo más le dedicaré otro post, claro.
Ahora estoy con lo de la música, pero en cuanto acabe ese cuadruple y épico post, volveré con otros temas de psicología.
Muy interesante el post, soy estudiante de psicologia y no hace mucho nuestro profesor de biología nos indicó que leyeramos el pulgar del panda, más específicamente "homenaje biológico a Mickey Mouse".
Encontré pues en este post una manera de refrescar las cosas que ya había leído en el libro.
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