jueves, 1 de octubre de 2009

El insomnio

Insomnio, la película

«Insomnio» es el título de una película noruega de Erik Skjoldbjaerg y de su versión americana a cargo de Christopher Nolan.


Ambas películas siguen a un policía que llega a un lugar muy septentrional —al norte de Noruega en un caso y en Alaska en el otro— en pleno verano, coincidiendo con el periodo del año de las «noches de sol», para investigar el asesinato de una joven.

El cine de suspense suele jugar con la oscuridad para crear inquietud y tensión, y resulta muy interesante ver como estos dos directores experimentan con lo contrario: el uso de la luz y una intensa y omnipresente claridad para generar inquietud y sensación de opresión en el espectador.

Otro elemento común entre ambas películas es lo que les da título: el insomnio que sufre el protagonista, causado tanto por factores externos como internos. Dentro de las causas externas o exógenas están esas noches de sol que le desajustan por completo el reloj interno del que hablábamos hace dos post, haciendo que bajen sus niveles de melatonina —dificultando el quedarse dormido— y aumenten los niveles de cortisol —con lo que su nerviosismos se acentúa—. Y a eso se suman otras causas, las endógenas e internas: los sentimientos de culpa y el estrés emocional que el personaje ya arrastra de por sí a raíz de un caso anterior, descontrolando aún más la secreción de cortisol y otras hormonas asociadas a ella —como la adrenalina— con lo que el nivel de ansiedad y pérdida de control del personaje aumentan. Eso le lleva a que conciliar el sueño sea aún más difícil y esa falta de de reposo nocturno produce un agravamiento de todo lo anterior, creándose un círculo vicioso que atrapa al personaje y acaba por llevarlo hasta unos niveles de angustia y fatiga realmente extremos, y que tendrán mucho que ver con la resolución de la historia.
En muchísimas otras películas podemos encontrar el insomnio como un rasgo empleado por los guionistas para marcar el estado anímico de un personaje, habitualmente como síntoma o pincelada de que arrastra traumas del pasado o que sostiene fuertes conflictos internos.
En algunas, como en la reciente miniserie «The Company», podemos ver como la privación del sueño, un insomnio forzado, es usada como una forma de tortura que, pese a no tocar el cuerpo ni dejar marcas, acaba siendo tan devastadora y brutal como la más salvaje de las palizas.
Normal que guionistas y escritores tiren de esto pues, ¿quién no ha sufrido una de esas desesperantes y largas noches de insomnio?

Insomnio, la putada
Lo normal y deseable es acostarse por la noche —por algo la madre de Hipnos, dios griego del sueño, era Noche y él vivía en una cueva donde nunca entraba la luz del sol— y tardar entre 10 y 30 minutos en quedarse dormido para despertar unas siete horas después (dos horas arriba o abajo en función de la persona y la edad) sintiéndose descansado. A partir de que esto no vaya bien podemos hablar de insomnio, que se puede clasificar en función de varios ejes diagnósticos:

Lo primero es definir si es ocasional —no suele tener mucha importancia—, de corta duración —en episodios de menos de cuatro semanas—, o crónico —por más de cuatro semanas seguidas—. Luego, en función de la intensidad y duración de ese insomnio y de cómo nos afecte y empeore nuestra calidad de vida, lo valoraríamos como leve, normal o grave.

También es muy importante fijarse en qué momento aparece. El «de conciliación» consiste en la dificultad para quedarse dormido y suele estar relacionado con el estrés y la ansiedad. El de «despertares múltiples» aparece en medio de la noche, despertándonos muchas veces, y está relacionado con causas endógenas. El de «despertar temprano» consiste en que el sueño finaliza antes de lo normal, de madrugada, y es frecuente en las depresiones.

Otro factor importante es la etiología —o sea, la causa, pero dicho en plan médico para darle seriedad a la cosa—, pudiendo ser interna o externa, aunque luego, sea cual sea el problema original, según el insomnio se instale y evolucione, es posible que los nuevos problemas que acabará causando (externos e internos, biológicos y psicológicos) se sumen al original en la producción de nuevos y peores episodios de insomnio.

Las causas internas son biológicas y el insomnio puede ser producido por enfermedades mentales —esquizofrenias, depresión, trastornos bipolares, parasomnias (pesadillas y terrores nocturnos), etc. — como por otras puramente físicas —hipertiroidismo, dolores crónicos o producidos por alguna otra enfermedad, una digestión pesada...—.

Las causas externas suelen tener que ver con lo que hacemos y lo que nos rodea, y van tanto desde el consumo de drogas y ciertos medicamentos —como algún antibiótico—, el cambio de los patrones de sueño y del ajuste al ciclo día/noche —el jetlag, los turnos nocturnos y las rotaciones de los horarios laborales, un exceso de salir de marcha…— hasta la incidencia de estímulos externos como el exceso de luz, de ruido o incluso un mal colchón. Y, claro está, el que sin duda es uno de los factores exógenos más comunes y que más insomnio causa: el estrés y la ansiedad.



Como veis, y al igual que le pasaba al protagonista de «Insomnio», para dormir bien no sólo importa el nivel de melatonina —que se regulariza durmiendo por la noche— sino también el de cortisol: es importante irse a la cama tranquilo y con la cabeza libre de preocupaciones. De hecho, la famosa expresión de «consultarlo con la almohada» supongo que se referiría a que, ante un problema, la solución buena es la que mejor nos permita dormir.

Y tan importante como dormir, es dormir bien; la obesidad puede causar pequeñas apneas nocturnas que disminuirán mucho la calidad del sueño, causando problemas similares al del insomnio.

Las consecuencias del insomnio, cuando se va agravando, pueden llegar a ser devastadoras y a afectar a toda nuestra vida: fatiga, ansiedad, depresión, mal humor, falta de libido, lentitud de reacción, mala presión sanguínea, trastornos cardíacos, diabetes… y el sistema inmunológico también funcionará mucho peor, con lo que será más fácil que nos veamos afectados por enfermedades de tipo infeccioso.

No voy a ser tan arrogante e imprudente como para intentar sugerir en unas pocas líneas una solución a un problema tan complejo y peliagudo… pero eso sí, aconsejaré prudencia con la medicación para conciliar el sueño. Para un caso puntual o grave está bien si viene recetada por un médico, pero tened en cuenta que nuestro cerebro es una máquina muy cara para el cuerpo. Consume una cantidad de nutrientes inmensa para su tamaño, y el cuerpo intentará ahorrar en todo lo que pueda. Así que si le damos algo que él debería producir —como melatonina, o sustancias que son sustituidas por los calmantes y otras drogas que nos ayuden a conciliar el sueño— interpretará que ya no necesita seguir produciendo esas sustancias, con lo que el problema seguramente se agravará. Eso provoca tanto la adicción como la habituación —cada vez necesitaremos una mayor dosis para conseguir el efecto deseado— a esos medicamentos… lo que nos acercará al peligro de la sobredosis o la interacción perniciosa con otros medicamentos. Por eso los barbitúricos y calmantes son muy peligrosos si se toman sin prudencia y una buena supervisión profesional. Para evitarlo y buscar ayuda existen psicólogos y médicos especializados en los trastornos del sueño que disponen de toda una panoplia de técnicas y métodos que pueden ayudar a mejorar el sueño.

Es curioso que consideremos como aberrantemente antinatural una conducta como la de, por ejemplo, mantener relaciones sexuales con una cabra —y, ojo, ¡claro que lo es!, y más si la cabra no consiente—, pero que veamos como la cosa más natural del mundo dormir junto a ese salvaje instrumento de tortura que es el despertador, y dejar que nos despierte cuando aún es de noche, siendo esta segunda conducta más peligrosa y nociva para nuestra salud que la primera... aunque menos asquerosilla, eso sí.


De hecho, cuando en invierno veo a los niños pequeños entrando en la escuela por la mañana, aún es de noche, se me cae el alma al suelo al ver cómo en esta sociedad, desde tan pronto, comienzan a estropearnos algo tan importante para nuestra salud como es el sistema de ritmos circadianos.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y qué solución habría a lo del despertador? ¿Una máquina que se meta en la cabeza, estudie tu ritmo y también el ciclo de los sueños y eso y te despierte entre dos momentos, aunque sea más temprano? Podría haber una película así, empezaría como un invento inocente y se convertiría en una maquinaria diabólica para controlar mentes, jaja.

Elperejil dijo...

Lo del ciclo de sueños será tema de otro post, je... iba a ir más adelante (ahora iba a ponerme con lo del 10% del cerebro), pero lo puedo adelantar, pues la verdad viene a cuento.

Esa máquina que dices sería simpática... incluso, si pudiese controlar nuestros sueños seguro que a algún aguililla se lo ocurriría meternos publicidad en medio de los sueños... jaja... estaría muy simpático.

No creo que exista otra opción al despertador que modificar nuestro estilo de vida, y sé que eso es muuuy difícil. Lo ideal sería que nos despertásemos por la luz del sol. Yo tengo la suerte, por mi trabajo, de no tener un horario fijo, con lo que duermo con la persiana abierta para que me despierte la luz... y a las ocho, como muy tarde, suelo estar en pie.

Evidentemente cuando viajo uso despertador para no perderme el avión y cosas así... y cuando mi hijo tiene una pesadilla o se despierta antes, pues nos despertamos todos. Pero estos eventos puntuales tampoco afectan mucho.

Pero no te pienses que mis hábitos de dormir son tan saludables... pues el sobrepeso seguro que me hace tener un sueño de mala calidad (toca dieta... je) y muchas veces me levanto hecho polvo.

De todos modos, no sé si a ti te pasará, pero cuando la gente usa el despertador para levantarse regularmente a la misma hora, acaba por despertarse un poco antes de que suene éste... pues acabamos adaptando nuestro ritmo circadiano (nos acostamos antes por el cansancio y todo eso) a evitar el molesto estímulo de ese cacharro. Lo realmente jodido es la gente que trabaja de noche o con continuos cambios de turnos horarios, pues el cuerpo se descontrola y suelen acabar teniendo serios problemas con el sueño.

Anónimo dijo...

Lo malo es que también esta sociedad nos lleva a estar cambiando de horario constantemente. Yo, en general, tengo la suerte que tú de trabajar a mi ritmo, pero hay cosillas, como las clases que, lógicamente tienen una hora concreta. Entonces, a lo mejor me tengo que despertar sólo un día de la semana a tal hora.

Luego, está la persona con la que compartes la cama, que suele hacer que te despiertes si se despierta. Y a él lo que le pasa es que una semana curra desde las ocho hasta las tres y otra desde las tres hasta las diez. Así que el cuerpo no se puede acostumbrar a nada: cambian las horas de comer, de irse a dormir, de levantarse...

Con respecto a despertrse porque entre luz... en mi dormitorio tampoco entra tanta porque da a un patio (afortunadamente para ahorrarme el ruido de los yogurines en la calle). Pero no me ocurriría de todas maneras. Los fines de semana, que no hay despertador, me suelo despertar sobresaltada por cosas que tengo en la cabeza o por cualquier otro motivo (hacer pis) y ya no me puedo dormir.

No sé si estos motivos que te despiertan aunque no lo necesites serán menos nocivos que el despertador, me extrañaría. Pero me dirás.

Elperejil dijo...

Uf, cómo fastidia ese pis que te despierta a las cuatro o cinco de la mañana... lo que cuesta arrastrarse al baño y luego conciliar el sueño.

Respecto a la sociedad es bien cierto. Los estilos de vida que nos impone son muchas veces desastrosos para tener un buen sueño. Pero es difícil saltárselos, la verdad.

Y es cierto que la pareja también es un elemento que puede llegar a ser muy perturbador, pues si tienes el sueño ligero a tus posibles incidencias has de sumar las del otro, más si tiene que madrugar. Espero que por lo menos no ronque. Ese es un problema que tengo (encima, mis ronquidos son muy extraños, nada constantes, que suben y bajan de intensidad, cambian de ritmo y van acompañados de pequeños grititos, murmuros y suspiros... como un concierto de Stockhausen, vamos) y que a mi mujer le ha hecho pasar algunas noches realmente infernales soportando mis ruidos...

Y, efectivamente, como sospechabas, tanto da que te despierte un despertador u otra cosa más "natural"... si el ciclo normal de sueño se ve interrumpido. Pero has de reconocer que el ruido del despertador es realmente insidioso y repelente. El que tenía antes hacía el típico ruido que sale en todas las pelis... y cuando oía ese despertador en una película, realmente pegaba un brinco de desagrado. Lo ideal es lo que ya comentaba, de adaptar tu ciclo a tu ritmo normal de vida, siempre que ello sea posible.

Tenchy Tolón dijo...

Muy interesante el Post y muy útil. Hace un par de años erradiqué de mi cuarto la televisión, el equipo de música y por último el reloj. Ya me despierto sin necesidad del timbrecito, el hábito hace al monje. Descubrí lo importante que era dormir en un ambiente "sano" cuando comencé a aplicar en casa el Feng Shui.

Elperejil dijo...

Gracias por comentar. Me alegro de que tengas una buena "higiene para dormir", algo mucho más importante de lo que la gente piensa. Una mala noche suele suponer un mal día...

Jan Pahl dijo...

a mi lo que me pareció más relevante de esa pelicula fue las ´´disonancias cognoscitivas´´ de naturaleza profundamente éticas que tuvo que sobrellevar el protagonista. Ya la parte del insomnio es psicológicamente paralela a ese eje principal.

Creo que el autor del blog se pierde un poco en explicar los niveles de cortisol y adrenalina, que apenas son solo estresores concomitantes a lo que viene ser el dilema principal, una disonancia de texto.

Elperejil dijo...

Ni la intención de esta entrada, ni de este blog, es la de hacer un comentario o análisis de películas, sino la de relacionar elementos de la psicología con ciertos elementos de algunas películas. Algo más relacionado con la divulgación que con la crítica o el análisis fílmico... tema al que, en absoluto, se dedica este blog.

En este caso me apeteció utilizar estas películas para hablar sobre el insomnio (en la ficción desencadenado tanto por la culpa como por la noche de sol) y no sobre la disonancia cognitiva (es más correcto llamarla así). A ese tema y a las ideas emergentes, que es la parte más interesante de ese constructo teórico desarrollado por Festinger, le dediqué en su día su propia entrada en este blog, jugando a relacionarla con otras películas... o más bien con la percepción que tenemos de algunas de ellas.

Anónimo dijo...

Lo había puesto en una entrada que no era, en realidad iba aquí:
"Mira, aquí hablábamos de pelícuals de ciencia ficción en las que se controlasen los sueños y poco después salió Inception, o sea que tampoco íbamos tan desencaminados, jeje."

Anónimo dijo...

Ah, bueno, y otra cosa: que para mi pregunta del primer comentario, ya hay respuesta, solo tres años después: http://www.vitonica.com/espacioduermemejor/aplicaciones-que-te-despiertan-en-el-mejor-momento-segun-tu-ciclo-de-sueno