«Tócala de nuevo, Sam» o ¿por qué aparecen y persisten las falsas frases célebres? – Parte III: atribuciones incorrectas de autoría
Si en el anterior post vimos como muchas falsas citas cambiaban la original para de alguna manera «mejorarlas», favoreciendo su memorización, sencillez y eficiencia a la hora de transmitir su contenido, aquí veremos como en muchas otras el error no está en la modificación del contenido, sino en la atribución de la autoría. No el qué, sino el quién lo dijo.
Si antes la clave estaba en la simplificación, aquí estará en el poder. Estos errores tratarán de que la frase tenga más fuerza e importancia poniéndola en boca, generalmente, de personas o colectividades más poderosas a la hora de hacer oír su voz que los verdaderos autores.
El poder de la fama
Lo que dice alguien muy famoso o de mucho prestigio, evidentemente tendrá más peso que si lo dice alguien menos conocido o de menos relevancia.
Un amigo mío y yo, ambos fans de «Grupo Salvaje», recordábamos como uno de nuestros momentos favoritos de la película la escena anterior a la gran carnicería final. William Holden, dándose cuenta de que han favorecido a un canalla que va a matar a uno de sus amigos, se levanta y coge sus pistolas, mira a Ernest Borgnine y, sin necesidad de decirse nada, ambos ya sabe lo que van a hacer; morir matando. Y Borgnine le responde con una sonrisa y un mítico: «¿Por qué no?»
Pues no, la escena no es así. Borgnine tan sólo se ríe y el «¿Por qué no?» lo dice otro… pero es que es un actor que nos gustaba tanto que, sin querer, la habíamos puesto la frase a él, pues ¿quién podría decirla mejor?
Algo parecido pasa en «La Guerra de las Galaxias». La tan repetida frase «que la fuerza sea contigo», no la dice Obi Wan Kenobi. El dice: «la fuerza estará contigo, siempre». Es Han Solo el que dice en un momento la mítica frase… pero es que ¿no suena mejor en boca de un Jedi? Pues sí… y ahí la recoloca nuestra memoria.
«Black Hawk Down» comienza con la cita «Sólo los muertos ven el final de la guerra», y se la atribuye a Platón. Pues no, la frase es de un tal George Santayana, un ensayista de mediados del siglo XX que no es muy conocido, o por lo menos no tanto como Platón.
Igualmente la famosa expresión «sangre, sudor y lágrimas» realmente pertenece a la esposa de Fritz Lang, Thea von Harbou, en un libro en el que habló del duro rodaje de «Metrópolis». Ella era toda una celebridad… pero poco pudo hacer frente a Winston Churchill, quien realmente lo que dijo fue «sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor». La señora Harbou, pues, ganó a Churchill en poesía, pero no en fama.
Otra famosa frase asociada a la segunda guerra mundial es la de «cuando oigo la palabra cultura, voy a por mi revolver», atribuida al nazi Hermann Goering. Pues bien, aquí se produce tanto una simplificación como un cambio de autoría por fama, pues la original dice: «cuando oigo “cultura” quito el seguro de mi Browning» y pertenece a una obra de teatro de Hanns Johst.
Acabemos con una que me encanta y que se oye en muchas películas de guerra: «no disparéis hasta que no veáis el blanco de sus ojos». Habitualmente es atribuida al general Andrew Jackson, supuestamente dicha durante la batalla de Nueva Orleans, cuando realmente pertenece a otro comandante: William Prescott (el tipo con la espada en alto del cuadro) y fue lanzada durante la batalla de Bunker Hill (y esa filosofía del disparo causo una verdadera matanza entre los ingleses). Ambos fueron grandes oficiales y participaron en batallas muy importantes… pero sólo uno llegó a presidente de los Estados Unidos, Jackson, y se quedó con la frase...
Y podríamos seguir con muchas, muchísimas citas que son atribuidas a personajes de fama en detrimento de autores menos conocidos.
El poder de la actualidad
Ante similar fama, un factor que hace que un autor sea preferible a otro es la actualidad. Así, la famosa frase «el hombre es un lobo para el hombre» es habitualmente atribuida a Hobbes, si bien él la utiliza, en el prólogo de su obra «De cive» (sobre el ciudadano), no en «Leviathan» como suele decirse. La frase, sin embargo, la toma de un autor mucho más antiguo: Plauto.
Entre que esa frase refleja muy bien el pensamiento de Hobbes, que ambos autores son muy conocidos y que el filósofo británico era más actual… quedó en boca de este último.
Otro caso bien curioso es el de la famosa Ley de Murphy, «si algo puede salir mal, saldrá mal». Realmente se trata de un dicho muy antiguo que aparece bajo muchas formas en diferentes lugares, y cuyo origen es difícil de rastrear. El tal Murphy, Edward Aloysius Murphy Jr. (el de la foto), un ingeniero, lo que hizo fue proponer una ley aplicada al diseños de los controles y funciones de todo tipo de aparatos y mecanismos. Esa ley, la verdadera lay de Murphu, lo que dices es que «si hay alguna manera de usar mal un objeto, alguien lo acabará haciendo». El propósito de esta formulación era que, el diseñador, a la hora de desarrollar un sistema, tuviese en cuenta esa ley y que evitase la posibilidad de que se pudiese llegar a utilizar de forma catastrófica un panel de mando o un objeto, pues sin duda en algún momento alguien lo haría. Un buen ejemplo es la palanca de cambios, que impide que alguien pueda cambiar de quinta marcha a marcha atrás directamente (lo probé y es imposible; hay que pasar por punto muerto). Esto es el principio básico de lo que hoy se llama «diseño defensivo».
Sin embargo a Murphy, en su momento de celebridad tras enunciar esa ley, también le endilgaron el famoso viejo adagio… que acabó siendo más célebre que su verdadera «Ley de Murphy».
El poder de la tradición
Aunque a veces puede pasar lo contrario, pues si la frase célebre es anónima o su autor es demasiado insignificante, y su propósito es especialmente moralizante o costumbrista, puede que se le acabe atribuyendo a un acervo cultural más amplio… como los proverbios chinos, zen, sufíes… que aparte de sus verdaderos contenidos agrupan un montón de dichos anónimos que aparecen en numerosas colecciones de proverbios de diferentes orígenes.
Por ejemplo, estoy seguro de que casi todos pensamos que el dicho «la música amansa a las fieras» pertenece al acervo popular o que es un viejo proverbio latino, griego, árabe, chino o de Dios sabe dónde. Pues no. Es una frase de una obra de teatro de William Congreve, de finales del siglo XVII, una frase que, la verdad, tiene bastante más tela que cortar y sobre la que volveremos en siguientes posts.
El poder de la ficción
Cuando un escritor pone una gran frase en boca de un personaje histórico, aunque él se haya inventado esa frase, corre el riesgo de que la autoría pase a esa persona.
Así son muchos los que piensan que Voltaire dijo aquello de «no estoy de acuerdo con usted, pero daría la vida para que pudiese expresarlo con libertad». Y lo dijo, pero era un Voltaire de ficción, dentro de la obra de teatro «Los amigos de Voltaire» de Evelyn Beatrice Hall.
Igual pasa con la famosa frase «El fin justifica los medios», que pronuncia un ficticio Maquiavelo en una obra de teatro. Sobre esta frase, también, volveremos en siguientes posts.
El poder del cine
Cuando pensamos en el monstruo de Frankenstein nos viene a la cabeza la imagen de la película de James Whale, o cuando alguien dice de una chica que es una «Lolita» se refiere al estereotipo de la película de Kubrick y no al de la novela de Nabokov. El cine, el arte por excelencia del siglo XX, es tremendamente poderoso y depredador.
Una de las frases más célebres de la literatura detectivesca, el «Elemental querido Watson», de hecho, no aparece en ninguno de los numerosos relatos y novelas de Conan Doyle, sino en una película de 1929 («El retorno de Sherlock Holmes»)… y luego en muchas más. Una frase que ha quedado más unida al personaje que cualquiera otra que hubiese escrito Conan Doyle.
Los amantes del cine épico asociaran la arenga «¿es que quieres vivir para siempre» a la película de John Millius sobre Conan. Sin embargo estaban citando al marine Dan Daly, quien la gritó a sus hombres de una forma menos poética pero más contundente, antes de lanzarlos al asalto durante la Gran Guerra: «¡Adelante, hijos de puta, ¿o es que pensabais vivir para siempre?!»
Problemas de autoría
«En tiempos de paz a los durmientes los despierta el gallo, no la corneta» dice el político Nicias en una obra de corte histórico de Plutarco. ¿A quién deberíamos atribuirle la frase? ¿La dijo realmente Nicias o es una licencia dramática que se toma Plutarco? Este problema, al citar una frase de una película es mayor. Se suele señalar el personaje y la película. Pero, ¿la creo el guionista, el productor, el director, el actor improvisando? Sólo podríamos saberlo indagando bastante sobre la historia de esa película y esa frase… y confiando en la honestidad de esas fuentes. En algunos casos siempre será un misterio.
Resumiendo
En el anterior post vimos como las frases cambiaban para mejorar su efectividad y belleza, y en éste para mejorar su autoridad. Ambas con estrategias de venta, que intentan realzar la fuerza de esa frase. Esos errores, pues, seguirían teniendo un valor «adaptativo», ayudando a permanecer y prosperar a esa cita y su concepto subyacente… en el fondo, al servicio del concepto (no siempre de su autor) de la frase original.
La mayoría de las citas erróneas o falsas caerían en las categorías enunciadas entre el anterior y este post. Pero hay casos, como veremos en los siguientes post, en que los errores y cambios no son a favor de la frase original…
martes, 27 de octubre de 2009
Citas falsas III - errores de autoría
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7 comentarios:
Muy interesante esta serie sobre citas. Es curioso como funciona la memoria, estaba tan seguro del discurso de Churchill que he tenido que ir a buscar el original. Por otro lado, la frase de la cultura y las pistolas la habia oido atribuida a Primo de Rivera y a Millan Astrai, aunque supongo que las atribuciones de las citas son practicamente aleatorias. Me quedo esperando tu siguiente post.
Gracias por el comentario, Luis.
Supongo que la atribución a Goering debe ser más anglosajona (he manejado muchas fuentes en ese idioma) pero que por aquí será más fácilmente atribuible a nuestros fascistas locales como los dos que citas. Además, Millan Astrai sí que echó mano de la pistola en la famosa conferencia en que quiso disparar a Unamuno... así que si no cre´p la frase por lo menos la escenificó.
Como bien apuntas las citas mal atribuidas es lógico y fácil que varíen de un país a otro, igual que algunos errores que cambian con las traducciones (de esto hablaré en otro post). Muy buen apunte que se me pasó por alto.
Bueno, algunas frases "se venden" mejor segun quien las diga, y tambien se acomodan a la forma más sencilla que enfatice su significado.
Manipulación efectista, vamos.
Saludos.
Gracias por la visita y el comentario Lola.
Efectivamente, la permanencia de algunos errores en las citas se deben a esos dos factores (la simplificación y la autoridad o fama del supuesto citado), pero por ahora me he centrado en los errores que, más que por manipulación intencionada, son fruto de nuestros procesos cognitivos normales, que se producen más o menos sin querer, vamos.
Sin embargo, como bien dices, hay casos de manipulación intencionada... aunque ese será el tema del último "capítulo" de esta serie de posts...
Recuerdo la frase que emplea bakunin para satirizar a los comunistas en libro Dios & el Estado: "no preguntes que puede hacer el Estado por tí, sino que puedes hacer tu por el Estado". Algo similar pronunciara Kennedy, presidente de la mayor nación capitalista, en un contexto diferente.
Vaya, no sabía que Kennedy había citado a Bakunin sin decirlo... muy interesante. Buen comentario. ;)
excelente
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